Les compartimos este link, encontraremos la homilia sobre el Ayuno que Dios Quiere de nuestro amado Papa Francisco.
VATICANO, 07 Mar. 14 / 07:12 am (ACI).- “¿Me avergüenzo de la carne de mi hermano, de mi hermana?”. Fue una de laspreguntas en la homilía del Papa Francisco, durante la Misa de la mañana de este viernes en la Casa de Santa Marta, que resaltó además que la vida de fe está estrechamente ligada a una vida de caridad hacia los pobres, sin la cual aquello que se profesa es sólo hipocresía.
Según señala Radio Vaticano, el Santo Padre dijo que el ayuno, deacuerdo a la visión de Dios, consiste en “soltar las cadenas injustas”, “dejar en libertad a los oprimidos”, pero también “compartir tu pan con
el hambriento y albergar a los pobres sin techo”, “cubrir al que veas desnudo”.
“¡Aquél es el ayuno que quiere el Señor! Ayuno que se preocupa por la vida del hermano, que no se avergüenza -lo dice el mismo Isaías- de la carne del hermano. Nuestra perfección, nuestra santidad va delante con nuestro pueblo, en el cual hemos sido elegidos e insertados. Nuestro acto de santidad más grande está precisamente en la carne del hermano y en la carne de Jesucristo”.
“El acto de santidad de hoy, nuestro, aquí, en el altar, no es un ayuno hipócrita: ¡es no avergonzarse de la carne de Cristo que hoy viene aquí! Es el misterio del Cuerpo y de la Sangre de Cristo. Es ir a compartir
el pan con el hambriento, a curar a los enfermos, los ancianos, aquellos que no pueden darnos nada a cambio: ¡no avergonzarse de la carne, es eso!”.
El Santo Padre explicó que el cristianismo no es una regla sin alma, un prontuario de observancias formales para gente que pone la cara buena de la hipocresía para esconder un corazón vacío de caridad. El
cristianismo es la “carne” misma de Cristo que se inclina sobre el que sufre sin avergonzarse.
Para explicar esta contraposición, el Papa retomó el diálogo del Evangelio de hoy entre Jesús y los doctores de la ley, que critican a los discípulos por el hecho de no respetar el ayuno, a diferencia de
ellos y de los fariseos que en cambio lo practican mucho. El hecho, objetó el Pontífice, es que los doctores de la ley habían transformado la observancia de los Mandamientos en una “formalidad”, cambiando la
“vida religiosa” en “una ética” y olvidando su raíz, o sea “una historia de salvación, de elección, de alianza”:
“Recibir del Señor el amor de un Padre, recibir del Señor la identidad de un pueblo y luego transformarla en una ética es rechazar aquel don de amor. Esta gente hipócrita son personas buenas, hacen todo aquello que
se debe hacer. ¡Parecen buenas! Son éticos, pero éticos sin bondad, porque ¡han perdido el sentido de pertenencia a un pueblo! El Señor da la salvación al interior de un pueblo, en la pertenencia a un pueblo”.
El ayuno que propone Dios, dijo asimismo el Papa, es “el ayuno de la bondad”. Es el ayuno del que es capaz el Buen Samaritano, que se inclina sobre el hombre herido, y no es aquel del sacerdote, que mira al mismo desventurado pero sigue adelante, quizás por miedo de contaminarse. Y entonces “ésta es hoy la propuesta de la Iglesia: ¿me avergüenzo de la carne de mi hermano, de mi hermana?”:
“Cuando doy limosna, ¿dejo caer la moneda sin tocar la mano? Y si por casualidad la toco, ¿la retiro de inmediato? Cuando doy limosna, ¿miro a los ojos de mi hermano, de mi hermana? Cuando sé que una persona está enferma, ¿voy a encontrarla? ¿La saludo con ternura?”
Para concluir, el Papa Francisco dijo que “hay una señal que tal vez nos ayudará, es una pregunta: ¿sé acariciar a los enfermos, los ancianos, los niños o he perdido el sentido de la caricia? ¡Aquellos hipócritas no
sabían acariciar! Se habían olvidado… No avergonzarse de la carne de nuestro hermano: ¡es nuestra carne! Seremos juzgados por el modo en el que nos comportamos con este hermano, con esta hermana”.
Papa Francisco: El ayuno que quiere Dios es el que se preocupa por el hermano
viernes, 7 de marzo de 2014
martes, 4 de marzo de 2014
Miércoles de Ceniza y la Cuaresma
Ya, hoy 5 de marzo, iniciamos con la Imposición de la ceniza la cuaresma del año 2014, es por ello, que este tiempo nos invita a buscar agradar a Dios; La oración, el ayuno, la penitencia y la práctica de la caridad nos tienen que llevar a abrir más el corazón a la gracia del amor de Dios, que quiere lo mejor para nosotros, estos signos externos nos ayudan a tener el recogimiento interior cuando permitimos que Jesús entre lo más profundo de nuestro ser.
Queremos compartir en este enlace el mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma 2014.
http://www.aciprensa.com/noticias/texto-completo-mensaje-del-papa-para-cuaresma-se-hizo-pobre-para-enriquecernos-con-su-pobreza-86852/#.UxZFjD95OfV
Queremos compartir en este enlace el mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma 2014.
http://www.aciprensa.com/noticias/texto-completo-mensaje-del-papa-para-cuaresma-se-hizo-pobre-para-enriquecernos-con-su-pobreza-86852/#.UxZFjD95OfV
La Cuaresma, nos abre la posibilidad al encuentro del hermano, a ver a Jesús que aun padece en los mas pobres y despreciados de la sociedad, Cristo Jesús nos ha enriquecido y nos amó sin medida hasta entregar su vida por los demás, Él no le hizo daño a nadie, al contrario, dió lo mejor de sí, su propia vida, sin reservas de ningún tipo, para salvar a todos.
Con la ceniza en nuestra frente y/o en nuestra cabeza, pedimos perdón al Señor por nuestros pecados, no es nada mágico, nos hace ser conscientes de los grandes cambios que como personas debemos dar, esos cambios empiezan por el reconocimiento de la propia miseria, y por ende la necesidad de cambio y transformación, es por eso que estos 40 días de cuaresma nos invitan al cambio de la mente, de la conducta, del corazón, para que el Señor realmente reine entre nosotros y podamos ser realmente hijos de Dios y hermanos de todos los hombres y mujeres del mundo.
La Ceniza nos recuerda lo caducos y finitos que somos, busquemos la grandeza de Dios, dejándolo entrar en nuestro corazón, que estas prácticas cuaresmales que iniciaremos a partir del miércoles de Ceniza puedan abrirnos al infinito, a la inmortalidad a la presencia de Dios entre nosotros, presencia que se prolonga cuando asumimos nuestro compromiso sincero de vivir en el amor.
Feliz inicio de la Cuaresma, que los sacrificios que podamos hacer sean siempre para agradar a Dios en los hermanos y hermanas, seamos pues más humanos y la santidad se manifestará con fuerza y poder, rescatándonos de las tinieblas del error.
Señor envíanos tu Espíritu que nos ayude a comprender el misterio de tu voluntad, acompáñanos cada día de nuestra vida, y haz que las obras de nuestras manos sean cada vez más fructíferas. María madre de Dios y Madre nuestra acompáñanos en nuestro camino.
sábado, 1 de marzo de 2014
Compartimos
este mensaje del “Pueblo de Dios en el Táchira”, que ha sido fruto de una
jornada de oración y discernimiento a la luz de la Palabra de Dios de la
situación que vivimos en Venezuela. El texto fue elaborado por un grupo de
laicos, religiosas, religiosos, y sacerdotes, en comunión con nuestro obispo
diocesano. El presente mensaje será leído este domingo en todas las parroquias
de la Diócesis de San Cristóbal.
Mensaje del
Pueblo de Dios en el Táchira
Nosotros,
como Pueblo de Dios del Estado Táchira, animados por nuestra fe en Jesucristo,
queremos compartir nuestra preocupación y nuestra esperanza frente a la difícil
situación que como Estado estamos viviendo.
Como
Iglesia no nos podemos callar ante la realidad de violencia, injusticia, descrédito
y confrontación entre diversos grupos que se hacen sentir en muchas localidades
de nuestra querida tierra tachirense, en contraste con valores tan nuestros
como la cordialidad, la acogida fraterna, la buena vecindad y la convivencia
ordenada. Corremos el riesgo de hablar a pesar de la posibilidad de ser
malinterpretados por unos y otros. Sabemos que no somos dueños de la verdad ni
pretendemos juzgar las decisiones de ninguna persona o institución. Desde la
prudencia evangélica, alejada del miedo y de la insensatez, alentamos a cada
persona a hacer lo que su conciencia le dicte, sin perder nunca de vista las
consecuencias de sus acciones para el prójimo y para el conjunto del pueblo.
Es
posible que, como el pueblo de Israel, nos sintamos “abandonados de Dios” (Is
49,14) ante los
problemas que nos agobian tales como el desabastecimiento, los ingresos que no
alcanzan y la inseguridad, entre otros, agravados por el contrabando, el
sicariato y el rencor. Problemas que atentan contra la unidad del pueblo,
generan desaliento, desconfianza tanto entre los venezolanos como frente a las
Instituciones cuyo deber es velar por el Bien Común de los ciudadanos, proteger
sus derechos e integridad, y terminan por empujarnos a buscar soluciones
individualistas, prescindiendo de los demás.
Ante
la posible experiencia de abandono de parte de Dios, el Profeta Isaías nos
advierte: aunque hubiera una madre que se
olvidara (del hijo de sus entrañas), yo nunca me olvidaré de ti, dice el Señor
(Is 49,15). La experiencia
del Dios de Jesús nos invita a vivir esta situación como una ocasión para
confirmar que Él está con nosotros todos los días hasta el fin de los tiempos
(Mt 28,20). Su presencia
se hace palpable a través de nosotros como Iglesia que en estos momentos
también nos queremos hacer escuchar, uniéndonos de manera solidaria al dolor de
las familias que en medio de estos acontecimientos han perdido familiares o
tienen presos a sus hijos.
Como
discípulos-seguidores de Jesús de Nazaret queremos hacer nuestras las palabras
del apóstol Pablo (2Co 5,18) poniéndonos al servicio de la reconciliación en
medio del pueblo. En eso consiste el
desafío de la hora presente para el Pueblo de Dios del Táchira: contribuir a la
unidad de todo el pueblo, a sentirnos nosotros,
parte del mismo pueblo venezolano, ansioso de mejorar su calidad de vida. Pasar
del ellos al nosotros abre la
posibilidad de hacer del pueblo organizado el sujeto de la vida social y lograr
que el Estado esté a su servicio y no al revés.
Para
hacer posible la reconciliación, alcanzar la unidad y reconstruir la confianza
mutua entre los venezolanos y venezolanas, es necesario erradicar el lenguaje
ofensivo y descalificador que denigra la dignidad del otro, entorpece el
diálogo franco y honesto, haciendo imposible la paz que todos deseamos. Reconstruir
la confianza requiere también que las autoridades civiles, judiciales,
policiales y militares actúen con estricto apego a la Ley y convenios internacionales
firmados por la República, garantizando los Derechos Humanos como están
consagrados en la Constitución y sancionando a los responsables en caso de
producirse excesos.
Como
Iglesia del Táchira nos sentimos llamados a vivir las bienaventuranzas que,
desde la perspectiva de los pobres, proclaman: dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados
(…) dichosos los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios
(Mt 5,6.9).
En
esta hora difícil para el Táchira y para Venezuela nuestro compromiso es
acompañar los esfuerzos de tantas personas e instituciones en la construcción
de la paz, sin miedo a la verdad, reconociendo las causas del descontento de la
gente por la frustración de sus aspiraciones a una vida digna que lleva a
estudiantes, trabajadores, campesinos, empresarios, amas de casa, artistas,
intelectuales, jóvenes, adultos y personas mayores a levantar legítimamente su
voz de protesta para exigir sus derechos como personas y como ciudadanos.
La
razón, la
sabiduría y el discernimiento son fundamentales en momentos de conflicto y es parte
de nuestro compromiso: dar paso a la verdad y rechazar todo acto violento,
promover el diálogo y fomentar en este pueblo, sediento de Dios, lo mismo que
Jesucristo nos enseña en su Evangelio: la verdad los hará libres (Jn 8,
32).
A la
paz, consecuencia de haber saciado el hambre y sed de justicia, se llega
actuando justa y pacíficamente. La violencia es siempre injusta porque apela al
uso de la fuerza y al sometimiento del otro rompiendo los lazos fraternos. Con violencia
no es posible construir la convivencia pacífica que permita reconocernos como
hermanos, por tanto, hijos del mismo Padre.
Con
el deseo de contribuir a lo antes expuesto invitamos a todas las comunidades
cristianas a promover iniciativas concretas que favorezcan la unidad del pueblo
a través de la reconciliación. Jornadas de oración, vigilias ecuménicas, todo
tipo espacios para dialogar donde, como Pueblo de Dios y desde el Evangelio, propongamos
soluciones factibles, que nos permitan emprender caminos de comunión. Al mismo
tiempo, exhortamos a los Poderes Públicos a realizar señales claras que
faciliten el acercamiento entre quienes hoy se enfrentan.
Como
Iglesia del Táchira compartimos nuestra esperanza en que con la contribución de
muchos podemos superar esta situación, sanar las heridas y salir fortalecidos
como pueblo que construye su propio futuro.
Pedimos
a N. Sra. de la Consolación que nos ponga delante del Santo Cristo para recibir
su Espíritu que nos anime en este camino y compromiso.
2 de marzo de 2014
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